Música, inspiración e imaginación.

Ahora que estreno nueva faceta como autora me preguntan por cómo es mi proceso de escritura. ¿Cómo? ¿Dónde? ¿Con música o en silencio? ¿Qué  o quién me inspira? Y la única respuesta que me viene a la mente para toda esa batería de preguntas es la MÚSICA, así, en mayúsculas.

Vamos por partes, como trabajo, soy madre y llevo mi casa, como la mayoría de las mujeres, no es que tenga muchísimo tiempo para el ocio y de momento, escribir, es mi pasatiempo favorito, así que escribo donde y como puedo, prefiero la tarde/ noche, pero si tengo un hueco por la mañana lo aprovecho, sin remilgos, eso implica que no tengo un lugar fijo para hacerlo.

Me gusta el silencio, porque escucho mejor el sonido de las teclas y las frases tienen mejor acústica en mi cabeza, pero si estoy en mitad de la tarde y oigo como mis hijos se están pegando por el canal de televisión que quieren ver o protestando porque quieren la cena mientras yo escribo, necesito aislarme de ese ruido ¿Cómo? Poniéndome los cascos y subiendo el volumen, al máximo ( lo sé no es nada acosejable),  suele ser siempre Coldplay, no me pregunteís por qué, pero solo la voz de Chris Martin me deja concentrarme y ahí, aislada del mundo con los decibelios a mil, continuo con mi  propósito.

Normalmente, me gusta inspirarme en todo lo que observo alrededor  y dejar volar mi imaginación, que suele tener su momento álgido durante la noche, donde me van viniendo a la mente capítulos o escenas, incluso diálogos. No me levanto a apuntarlo, porque a la mañana siguiente necesito ser persona, asi que procuro que mi memoria sea capaz de recordar gran parte de lo acontecido en mi cabeza el día anterior.

Cuando más o menos tengo los capiítulos estructurados pero en un determinado punto me atasco, siempre necesito encontrar una canción que me siga dando pie para continuar escibiendo. Intento crear una frase necesaria, o hacer que encaje una escena, un momento, una acción, Spotify es mi mejor aliado. Busco, rebusco, tiro del hilo y entonces la escucho en bucle, otra vez muy alta, una dos… cuatro veces. Cuando encuentro la chispa necesaria sigo escribiendo. Las canciones en apenas cuatro minutos dicen millones de cosas y yo trato de exprimirlas al máximo. Sin música sería infinitamente más díficil inspirarme.

No puedo hablar de mis gustos musicales porque son muy variados y necesitaría otro post, pero si ya habeis leído alguna de mis historias vereis que hay varios denominadores comunes en ellas. Leiva y Rulo, siempre van a estar presentes y después  de ellos el abanico se vuelve amplísimo.

En resumen, puedo escribir de día o de noche, en mi habitación o en la cocina, con o sin compañía, en silencio o con gritos, pero sin MÚSICA sería imposible crear ninguna historia.

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