SEPTIEMBRE Y EL RESETEO.

Parece que septiembre ha llegado y con él el primer reseteo de nuestro cerebro, que en ocasiones es hasta automático, como las actualizaciones del móvil en cuanto pillas WiFi que se descargan solas. Vamos, que por alguna extraña razón, el día 1, publicamos un decreto ley dirigido a nosotros mismos que debemos cumplir sí o sí y nos entran las prisas por reorganizar toda nuestra agenda para lo que nos resta de año (operación que se suele repetir el 2 de enero, porque el 1 todavía estamos de resaca).

Supongo que después de vivir este verano demasiado raro, en el que la mayoría hemos pasado de puntillas, tenemos la necesidad imperiosa de repasar esa lista de propósitos, a corto plazo todos, (en tiempos de Covid es mejor no poner el objetivo muy lejos) y aferrarnos a que el 2020 está empezando a irse, pero todavía tenemos algo de tiempo para alcanzar alguna meta, aunque otras se tengan que quedar en pendientes, que no significa olvidadas.

Sí, lo sé, este año podíamos haber prescindido de la lista de deseos, sin embargo, después de este parón a nivel mundial y de haber visto las orejas al lobo, deberíamos aprender para que las futuras incluyan pequeños detalles, es decir, cosas que tenemos al alcance de nuestra mano y que nos hacen felices a diario, sin tener que esperar una alineación determinada de los planetas para poder realizarlas.

Yo este mes he preferido dejar la agenda en blanco hasta el 31 de diciembre. Quizás por la volatilidad de los días, la incertidumbre o la nostalgia de que cualquier tiempo pasado me pueda resultar mejor. O quizás solo porque voy a intentar ver las cosas desde otra perspectiva; dejar que fluyan los días y me sorprendan, confiar en que después de uno jodido vendrá uno cojonudo, o viceversa, y mantener un nivel de exigencia medio, es decir, una mezcla de ganas y sentido común, porque no siempre se puede tener el control del mundo¿verdad?

Sin olvidarme de que la balanza siempre tiene que estar inclinada para el lado positivo, que la mente es muy puñetera cuando entra en bucle y te lleva hacia el otro lado.

Tengo un montón de proyectos, sobre todo en mi cabeza, así que de momento, ocuparé mis horas en darlos forma, porque os puedo decir, sin riesgo a equivocarme, que el 2020 se irá y las ilusiones volverán.

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